Me suelto. Sigo. Estoy detrás de las montañas, y aplaudo todos tus actos, que hago míos, porque me entusiasmas con poco, con aceptarme, con tu mirada.
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Esta mañana es la nuestra, porque antecede la tarde en la que seremos puro entendimiento. No me vuelvas a decir que no puede ser. Es.
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Me tropiezo contigo, con tu forma de ser, con una entereza que me presupone el mejor de un grupo que nos aupa al escenario salvador.
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