martes, 12 de agosto de 2008

En el rincón de lo cotidiano

Bienvenidos a la inocencia, a la soledad, a la observación de cada rincón de lo cotidiano, y hasta de lo espiritual. Yo miro al cielo, como los cientos de ojos que nos circundan, que nos rodean, que nos envuelven con timidez, desde la inseguridad, atravesados por la oscuridad de colores rojizos y negros. No escondo la melancolía, la tristeza, la ternura herida por lo que pudo ser y no fue. Me despido con pena, pero estoy al encuentro, cabalgando en busca de algo que no acierto a definir. Hay desequilibrios, hay desganas, hay ofensas en la desproporción de todo, que llega, que sobra, que falta, que no se valora, que se inutiliza, que me neutraliza, que me paraliza. Al final del camino hallamos balances, incógnitas, meditaciones, a veces hasta sensaciones de plenitud. Nos confiesan, también aquí las miradas, a menudo las arrugas, que se ha vivido, que se ha estado. Lo vulnerable, que nunca ha dejado de hallarse presente, vuelve a brillar como un pasajero infatigable, como un eterno compañero.

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