Te comprendo, aunque pienses que no. Hermoseas por delante de mí, y me dejo llevar por adivinanzas completas que me sugieren una virtud que es sensación pura y dura. Te cuento lo que soy, y soy en ti con rosarios de poder. No podemos estar solos, y sinceramente no lo estamos. Nos lo vamos a pasar muy bien, y lo sabes. Nos consentimos unas pláticas que nos lideran con pasatiempos de amores en cónclave. Arrecian las críticas: somos muchos en la misma tesitura.
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Me controlas y me golpeas, y me devuelves a un estado de sensaciones que nos consultan con sentimientos y con derroches. No estamos para ser, y, en verdad, no somos.
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Escucho tu música, y entiendo que no eres tú, aunque lo aparentas. Has falsificado tu vida, y ahora representas el papel que crees que te corresponde. Tú verás.
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Nos dejamos torpedear por unos misterios que nos conmueven con intenciones poco sanas. Volvemos con imitaciones que nos liberan con el paso callado. Reiteramos unas impaciencias que nos incluyen entre elementos duros y extraños.
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Escribimos una inmoralidad que nos asalta con molestias y con géneros de poca fiabilidad. Nos convierten con mentiras; y aceptamos que estamos en la peor parte.
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