lunes, 11 de agosto de 2008

JOAQUINA, UN MODELO MULTICOLOR

Joaquina es blanca, blanca de amor, de amistad, de cariño supremo, que ofrece por doquier, que regala con dulzura, que brinda a todos los rincones del universo. Joaquina es negra, amarilla, de todos los colores del Arco Iris, porque, cuando la miras a los ojos, cuando esboza su sonrisa, ya no te fijas en otra cosa. Su pintura es como ella, limpia, sensible, convencida de unas posibilidades que deja abiertas de par en par las puertas del Cielo con el objeto de que podamos disfrutar de escenas que, a menudo, son cotidianas, pero que, en todo caso, son la muestra de que este mundo loco merece la pena. Joaquina es mi amiga, y estoy muy orgulloso de ello. Miro esta exposición, y la veo a ella. Cuando nos contempla esta artista, uno se siente dichoso, pleno, en paz, con el equilibrio por montera. Cuando observamos su obra experimentamos una mutación hacia la fantasía más real, porque vemos ejemplos vitales que no captamos con nuestras sencillas retinas. Joaquina es la excepción a un universo de prisas, es la contemplación desde un ángulo de Alicia en el país de las maravillas. De vez en cuando hay que seguir al conejo con chistera por ese agujerito que nos lleva a una “felicidad” a la que tenemos derecho. Uno se entretiene con la obra de Joaquina, y se siente pertenecer un poco más, desde la sencillez y sin segundas intenciones, a una Humanidad terrenal y divina. El modelo, sin duda, es Joaquina. Para mí lo es. Como prueba de que no miento, disfruten de su nueva exposición.

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