Te busco y te hallo con muchos sueños que pueblan la amistad infinita que siempre haré perdurar.
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Te persigo y te percibo como la voluntad que me convertirá en persona. Te hago mía, y yo seré tuyo por toda la eternidad.
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Me caigo hacia ti con la fortaleza que me transforma en hombre, con esa rutilante postura que me embarca hacia el océano de la gran solidaridad en la que seremos reales.
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No lamento nada. Te conocí, y los dos experimentamos una razón ideal que compartimos sin espacio ni tiempo.
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