No aprendemos de experiencia propia ni ajena

Bronceas mis razones con un gusto extraño por lo que ocurre, que nos puede. Hemos servido de testigos.

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Nos empleamos a fondo para descubrir un amor que alguien nos roba. Hemos dado palos de ciego.

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Nos acostumbramos a seguir por la senda de una romería casi extraordinaria. Nos tomamos las cosas a broma. No hay motivos.

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Nos intuimos en los pronósticos que nos reservan para pruebas que nos descartan en cuanto vemos lo que ocurre.

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Viajamos hacia ese mercado en el que fuimos el todo y la nada más impresionante. Nos concretamos.

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Anegamos las causas que nos proponen sentir por delante de ese todo que fue el encierro casi permanente.

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Nos hemos jactado de tocatas y fugas que nos proporcionan casi el deseo errante. Nos figuramos cosas.

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No te contemplo con la misma ilusión de antaño. Nos hemos cansado de esperar cuestiones que no se suceden.

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No te comprendo. Me esfuerzo. Pongo todo mi ser en el mejor de los anhelos, pero no salen las cosas como antes. Nos deberíamos poner de acuerdo.

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Hemos retirado lo mejor de nosotros mismos con posturas que arrastran los puros intentos de paz.

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Nos elevamos por sensaciones que nos proponen con un sentido que aclara las costumbres medio rotas.

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Hablamos de seres anónimos que nos plantean seguir y sentir como si tal cosa. Hemos servido al mismo corazón.

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Nos dejamos atacar por las sensaciones regladas. Nos hemos dicho que vale, que somos, que estamos, que podemos.

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Las ideas van y vienen con un poco de buen humor. Hemos sido en la noche que nos propone un servicio con su sensación a la deriva.

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Nos transportamos a un universo perdido en cuanto dejamos la infancia. Nos hemos dicho que el amor lo puede todo.

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Hemos acallado algunos aspectos medio supervivientes de los controles de siempre. Nos predican sin darnos ejemplos.

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Cogemos las migas de un pan que ya no quita el hambre. Hemos aburrido a unas esperanzas que siempre estuvieron ahí.

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Nos pensamos, pero no llegamos a más. Colocamos marcos que nos quitan el calibre que fue sensación irreal.

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Nos hemos dado ese aspecto clásico que antes presentaba calzado y desnudez. Nos pondremos en marcha.

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Cumplimos con el ritual de una causa que no hemos de abandonar por mucho que otros se empeñen.

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Descubrimos las sensaciones de un ideal que nos viene con sus acuerdos más queridos. Iremos a ver lo que ocurre.

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Lo fundamental nos vuelve medio anhelantes de una parsimonia que nos disgusta por la trampa que nos hemos puesto. El amor huye.

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No entiendes que sin cariño no podremos llegar a ninguna parte. Nos damos un poco de prestancia para ser más nosotros.

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Te has imaginado que podías, y ahora entiendes que no es así. Nos hemos engañado atendiendo a los que menos nos quieren.

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Nos plantamos en un vergel que pide un poco de humanidad que ahora aprieta. Nos hemos imaginado el silencio.

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Las existencias nos confunden con sus intenciones más castas. Nos preferimos en la cuerda floja que nos presenta unas causas que ya no son.

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Volveremos para no ser. Las cosas salen como salen, y, mientras nos echamos de menos, pasa la vida, eso que, seguramente, no terminamos de comprender.

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Volveré para negarme, para no defender mi causa, que pudo ser tuya, pero que no lo fue. Nos volcamos en la voluntad de otros.

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No somos capaces de asumir los costes de una relación que nos quita las trampas más maravillosas.

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Investigamos las consecuencias de unas soledades que ambos hemos generado por nuestros respectivos lados.

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Salimos de un cautiverio amoroso para entrar en otro. Lo cierto es que no aprendemos de la experiencia ajena. Tampoco de la propia.