Estamos en la plenitud de esa nada que nos conmueve y que nos devora como un Saturno empeñado en la verdad.
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Nos tragamos un pesimismo que nos traspasa con una daga envenenada. Nos hemos quedado entre verdades supuestas. Lo sencillo se ha convertido en inútil.
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Estamos hartos de esperar, de proponer, de existir entre negaciones que nos adelantan de manera bárbara.
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Hemos localizado una experiencia que nos traspasa de lado a lado. Versionamos la vida, y no queda lo necesario. Entre las suposiciones nos perdemos del todo.
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