Grito de placer en esta especie de locura colectiva y anónima. Nos lamentamos por una falta de cuestiones que consideramos básicas, pero por las que no hacemos nada.
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Nos vamos de viaje en busca de un punto elemental que seguramente tenemos cerca, pero que no vemos. Las convenciones nos llaman la atención con un poco de dolor por la ceguera que nos inunda. La certeza no es tal.
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Nos dejamos influir por caricias que nos destacan la voluntad menos clara. Ya no estamos preparados. No sé si lo estuvimos.
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Predicas sin ejemplos, y así no hay manera de aprender. Nos damos ese respiro que nos indispone con la torpeza del que mira al punto medio sin ver lo próximo y lo lejano.
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