miércoles, 13 de agosto de 2008

Una historia de acero

Hemos allanado
ese rumbo sinuoso
que permanecía
con pináculos no visitables.
Las tablas coloristas
nos han enseñado
un juego nuevo
que acelera las partículas
que nos dan valentías
de antaño.
Nos erguimos
con la hermosura
del que inventa el amor
como si fuera algo nuevo,
que hoy lo es,
y esperemos que también mañana.

Hemos sigo aguerridos
en las voluntades,
en los sentimientos,
en lo que pudo ser
y será con una preferencia
en la noche más estimada
y querida por siempre.

Hemos aceptado las palabras
que se volverán acciones
mientras suenan las guitarras
de gitanos que nos enseñaron
a ser todo y nada
con la premisa de ahondar
en la voluntad propia y ajena,
en la de todos.

No hay leyes,
excepto la ley del amor,
que hoy sopla
por los cuatro sentidos
de una historia de acero
que no tendrá fin.

Suenan guitarras de ancestros,
y sacamos de raíz
el dolor en alza
para alcanzar otra gloria.

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