Rompamos una lanza a favor de la amistad, de las buenas actuaciones de los otros, con consideraciones de querencias totales.
Lo absoluto nos debe dar esa cuerda que no ha de amilanar los esfuerzos de quienes vienen con toques mágicos que no siempre vemos.
Avancemos siempre que podamos con el tono más amable y agradable. Nos debemos un respeto que siempre repercute en nosotros mismos.
No nos quejemos excesivamente. No sirve para nada. Aplaudamos las buenas artes, las presencias y premuras de quienes aparecen con sus cuentas más defendibles.
No nos agotemos. Conservemos el ánimo, incluso en esos momentos de una cierta o gran incomprensión, que son inevitables, pero que debemos soslayar.
Demos con las adhesiones calladas en el afán de poder considerar los pasos de una manera sincera. Lo singular lo hemos de transformar en plural, con consenso comunicativo, dando más y más.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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