Eres amor, todo amor, puro amor, y te doy las gracias porque así aparece en el tono de tus comunicaciones, en tus apreciaciones, en lo que consideras, en cómo te expresas, en cómo guardas silencio.
Te he tomado como modelo porque irradias quietud, sosiego, inteligencia, belleza interior con fórmulas que explicas y expandes hasta el infinito dichoso. Te tengo que dar las gracias por esa entrega que nos caracteriza.
Hagamos honor a la palabra humanidad y entreguemos lo mejor de nuestros pensamientos, que se han de abrir de par en par para conseguir lo que hasta ahora haya quedado un poco en el tintero.
Presumamos de amistades, de lo que saben, de todo cuanto se conoce, de las diversiones más genuinas, de las astucias sin controversias dramáticas o desérticas. No nos asustemos ante los grandes trabajos, que también se hacen poco a poco.
Tengo para mí que es tu sencillez, tu naturalidad, la que gana el partido hasta sin jugarlo, sin pretenderlo, dando y recibiendo sin buscar atajos extraños ni tapujos difíciles de comprender. Sigo mirándote, sin más fin que compartir tu donaire, tu garbo, tu aureola, tu forma de ser, de la que aprendo en cada comunicación.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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