Nos debemos sostener en esas actitudes de amor y de amistad que justifican incluso los malos días por los que, inevitablemente, tenemos que pasar.
Aceptemos los fines de la vida que, a menudo, no entendemos pero que tenemos que atender desde su inicio hasta el final.
Tomemos nota de cuanto nos divierte, de lo que nos permite un aprendizaje no fugaz, de lo que nos oferta causas con sus debidas consideraciones, de lo que nos plantea resoluciones a los conflictos, de lo que nos invita al equilibrio más genuino.
La pugna no sirve, no nos sirve. Hemos de implementar con criterios racionales y atractivos las devoluciones que nos intenta brindar la existencia, que no siempre se ve en sus alturas. No limitemos las acciones. La libertad es conocimiento, y al revés.
Fomentemos esos brotes que nos pueden dar el frescor de lo verde, de lo azulado, de lo rojo, en esos tonos naturales que nos invitan a experimentar sensaciones poderosas, únicas, excepcionales, pese a que puedan sonar repetidas. Lo original está en nuestro interior, y así hemos de verlo en y con los procesos comunicativos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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