Resolvamos cualquier malestar lo antes posible, previa detección de lo que sucede. Debe haber como una especie de inercia que nos saque de la vorágine diaria que nos puede llenar de demasiadas sombras.
Gustemos de los pronósticos, pero mucho más de las soluciones a cualquier envite o retraso personal o social. Nos hemos de aplicar en los remedios, en las iniciativas, en lo que nos vaya conformando día tras día.
Elevemos los niveles de mejora siendo exigentes en las transformaciones en las que nos debemos meter. Las jornadas nos pueden aportar mucho. Sintamos lo que hacemos, y realicemos todo con oportunos sentimientos.
Las causas diarias nos deben imprimir carácter para solventarlas, para aminorar los trances que nos puedan hacer algo de daño. La simpatía debe ser la excusa más que perfecta.
Todo tiene una motivación, y con ella nos hemos de poner en marcha cada amanecer. Reaccionar, con todos sus posibles equívocos, es ya en sí una victoria. Luego veremos si es grande o pequeña. Lo importante es batallar, hacer algo, no quedarnos estáticos. Los procesos comunicativos pueden darnos alguna pista al respecto, ejerciéndolos, viendo sus beneficios, dándoles vida.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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