Pienso en tus ojos, en tus años, en tus anhelos, y te prometo que medito mucho más.
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Estoy a favor de tus proyectos, de tus pensamientos, de tus ilusiones, y te entrego ese barco en el que nunca te sentirás mareada.
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Te afirmo sensaciones con una responsabilidad que denuncia rastros de poderes callados.
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Estoy en tus aposentos, en esos del corazón que nadie ve, pero que nosotros sí sentimos. La devoción tiene un nombre.
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