martes, 5 de agosto de 2008

Salvedades y salutaciones

No me digas lo que piensas, que ya lo sé yo, y no lo quiero escuchar. Me planteo una serie de cuestiones que me liberan solo a medias, y lo sabes. Me mudo de piel para no sentir ese calor que me robaste. Lamento la vergüenza de este amor equivocado. No debí empezar, pero lo hice, y ahora me pasas la factura del desprecio. Será, a la larga, para mejor. No tengo dudas de ello.

……

Te escribo para despedirme. Ya lo habías hecho tú, y por dos veces. Algún día todo será mejor. Hemos devorado la sabiduría innata; y vivimos en adelante con dobleces que me parten el alma.

……

Todo es un misterio. Nos cambiamos de domicilio para entendernos con caricias y con lejanías.

……

Me consientes y me aprietas contra esa pared que me invita con salutaciones de genialidad exquisita. Podríamos hacer algunas salvedades.

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