Sorteemos obstáculos con las premisas bien afianzadas. Tengamos en cuenta siempre lo que nos puede hacer mejores personas. Demos aire a nuestros pulmones y alas a la imaginación, para no quedarnos estancados sin fuste alguno.
Presentemos las experiencias como esas armas que nos pueden permitir destacar el valor de un viaje, con la idea de retornar donde sea preciso. Las necesidades nos han de portar hacia ese lado que nos presta atenciones en las condiciones que sean menester.
Busquemos las tribulaciones con las experiencias de una bendición que nos ha de regalar las brisas más refrescantes como apuntes para la salvación y la salud que nos señalan con sonrisas y ambientes de alegría.
Comuniquemos con lo que llevamos en el corazón y seamos leales a las prestaciones que nos hagan los amigos. Siempre están ahí. Superemos la ceguera de los destellos y avancemos ante las caídas y las palabras de unos y de otros.
Pongamos la paz como preámbulo, como trance, como movimiento, como elemento común y nada fugaz para dar con las resoluciones a cualquier controversia interior que podamos experimentar. Hemos de sellar los compartimentos más enredados y viciados y abrir aquellos otros que puedan servirnos para limpiar un día y otro con iniciativas comunicativas de gran calado.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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