Redefinimos las emociones con algo que gusta, y sentimos que el universo es un aliado. Nos complace que sea así. Nos hemos implementado con todo lo que contamos, mientras lo hacemos. Resistimos porque creemos en el poder de las palabras, que todo lo aconsejan.
Estamos sentados a la diestra de ideas que hemos de poner en marcha como esa especie de panacea para superar los malos eventos que podamos haber sufrido. Supongamos y expongamos. Las alturas nos invitan a vivir en lo bueno y con lo malo. Todo aporta, si así lo contemplamos.
Nos hemos enamorado varias veces, y las que quedan... Es bueno que convengamos en expresiones de una amistad profunda con la que navegar hacia donde sea menester. Tengamos tino para cuanto debemos hacer. Todo territorio nos puede permitir resoluciones a los ocasionales conflictos.
Los temores de años atrás nos deben implicar en esa conjunción de intereses para todos. Las presencias de las cuestiones nobles nos deben regalar tiempos de solvencias totales. No hemos diseñado planes, pero tampoco los precisamos en esa etapa que está por llegar.
Simpaticemos con los que nos pueden aportar algo, pero no por una cuestión egoísta, sino porque, juntos, enredados en los mismos quehaceres, los haremos antes y mejor. Es una ley natural, obvia y comprensible, que surge de cualquier comunicación basada en las pretensiones más sinceras.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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