Consolidemos los valores comunicativos que consideramos básicos, y también demos con aquello que nos puede configurar con una cierta simpatía.
La vida perfecta existe si queremos verla como tal. Hagamos que el empeño de la felicidad sea algo duradero y sencillo, y, sobre todo, asequible. Es más dichoso el que menos persigue, el que menos necesita, el que acepta que las cosas son como son, como vienen.
La existencia tiene muchos propósitos. Hemos de procurar verlos, descifrarlos y sacarles partido. Todo tiene un fin, aunque no seamos capaces, en ocasiones, de conocer el porqué de lo que nos sucede.
Las manos amigas, por ello, se han de sostener como sea, sin fijarnos en intereses superficiales. Es muy importante contar con gentes que nos puedan ayudar cuando todo no marche sobre las ruedas conocidas o deseadas.
Las voluntades hacen algo, y el comunicarlas nos puede permitir subir a los escenarios donde la diversión y el aprendizaje sean esos instrumentos apasionados con los que llenar de azúcar nuestras vidas, que merecen descansos y éxitos, cuando menos en lo personal. Sintamos lo que transmite de verdad, y dejemos que el resto de cosas sean, verdaderamente, relativas.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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