Convenzamos a nuestros entornos para que sean ágiles en las respuestas, para que las cosas no se queden paralizadas en su accesoria o principal importancia. Supongamos lo interesante, y demos con ello. Hagamos caso al corazón. No dejemos que nos superen las heridas.
Las sensaciones de distancia nos han de proponer mutaciones para mejor. No quedemos en la distracción permanente. Procuremos prestar atención a lo que nos merece una visión adecuada.
Vayamos de visita donde nos pueden contar algo. Nos pondremos, lo antes posible, a cuajar ideas que nos prodiguen respuestas a las vacilaciones que se puedan plantear, que, en ciertas épocas, son muchas.
Hagamos caso de lo que nos relaten porque en todo siempre hay un poso del que aprender, aunque sea de las mismas señales gestuales. Todo es posible en el universo que nos rodea. Es cuestión de que hagamos caso a las impresiones, a lo que nos puede convencer con relatos cortos y largos.
Superemos los apuros dando ánimos, ofreciendo realidades, contando con lo que poseemos y con aquello que está pendiente. Las señales que nos llegan han de ser tenidas en cuenta.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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