Comienzas el día con ese cansancio que sabe a derrota de años. Es la misma rutina, el mismo quehacer, la misma acusación, la idéntica sentencia que ayer o antes escuchamos de manera forzada. Inicias un repetitivo deambular, y seguro que hoy todo marchará mejor. Yas ves los primeros rayos.
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Te has cegado en esa tarea que poco aclara. Te has convertido en lo contrario de lo que pensaste en su momento, que lo tuviste. Has cerrado tu estima y has generado una velocidad de la que te lamentas. No es necesario este estado.
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Te has especializado en mí, y apenas crees en lo que verdaderamente te hace falta. Debes intentar liberarte: para eso también te ayudaré.
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