Conocemos a menudo la importancia de las cosas, cuando éstas se nos escapan de las manos, cuando no están, cuando desaparecen, cuando se produce una crisis, cuando se genera la distancia y el silencio. Lo señala acertadamente la sabiduría popular: "No sabemos lo que valen las cosas que tenemos hasta que las perdemos". Por favor, amiga mía, intenta estar bien. ¡Haces mucha falta!
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El mundo se vuelve loco, y nosotros con él. Las avaricias se presentan con el saco roto de antemano. Recogemos datos que no sirven para nada. Nos adiestramos en la escasez humana y nos agotamos con el rumbo que adquieren las diversas situaciones a las que nos enfrentamos. Así estamos, queridos y queridas: con una claridad meridiana que se declara inservible, porque no actuamos.
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Me pregunto en conciencia qué es lo importante, y sé positivamente que lo importante eres tú.
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