Me convenzo de que nadie es, y yo tampoco soy. Los lamentos no sirven, pero siguen con un dramatismo que recoge las carreras de los que vienen con canas de más. Nos olvidamos en una cueva que nadie conoce. Estamos solos, siempre solos, más solos que la una. Nos vamos de viaje hacia la nada que provoca.
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Deseo volver sin fatalidades en mis ojos. El mundo se cae con respuestas que quedan en el silencio. Los secretos nos olvidan. Los agasajos nos envían con fechas de caducidad. Las victorias no serán felices.
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La espuma borra el camino de tu habitación, que se queda sin recuerdos y con un adiós que nos envuelve con complicidades caducas. Nos olvidamos con un jamás que fue un sueño. Nos lavamos las manos y nos reprimimos en y ante deseos que son problemas. Hemos fechado la inmoralidad, y causamos baja en el mundo feliz que nos tocó con descubrimientos que fingieron y que luego huyeron sin dejarnos vivir.
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