Cumplo con mi deber, y me extingo con pasatiempos que no sirven para nada. Me declaro en rebeldía conmigo mismo, y la pregunta que ahora me horroriza es: “¿Quién soy?”
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Me he impuesto una doble moral que me dicta unas normas que me sacan de quicio. Voy deprisa hacia ninguna parte y me doblo por la mitad. No recorro las aventuras que soñé de niño.
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Escribo en una agenda que me propone una distinción que me agota más y más.
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Hay días en que callo, y otros en que guardo silencio.
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Entre mis disimulos no se esconde mi amor por ti. Somos piedras preciosas juntos; y nada por separado.
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