jueves, 24 de julio de 2008

Descubrir cada día

Te explico mi tarea: no es sencilla, pero tampoco dificultosa. Trato de llegar a la felicidad, y, por suerte, cuento contigo. Asumo con mucho encanto la dicha de acompañarte, de ser en ti lo que parece un cuento de hadas. Te llamo cada tarde, y el sentido se hace lo menos común de todo. Sueño en varios idiomas con un compromiso que me divierte. No estamos en crisis.

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Hacemos espacio para encontrarnos, para ser felices en la espera que parece fantasía, pero que es, más que nada, “fantástica”. Desayuno contigo, y aguardo todo el día la cena de amor, que es un auténtico festín. Nos revestimos de una especie de estado de gracia.

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Perseguimos una verdad que luego resulta ser leve como la vida misma. Lo mejor es dejarse llevar insistiendo en ayudar a los demás, como ellos nos apoyan a nosotros. La labor de cada día es, o debe ser, descubrir los misterios más elementales, que siempre están ahí, pero que no los vemos.

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