Destino y final

Resolvemos el amor con deseo, y soñamos, y pedimos un alto para no tener que negar lo que tanto perseguimos.

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Preferimos ir descalzos a utilizar hormas que nos distancien de la realidad a la que tenemos derecho.

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Sumamos en ese escenario donde representamos todo cuanto somos. Nos calmamos con miradas de amor.

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Nos sentimos afectuosos entre memorias que nos confunden. No estamos solos, pero tampoco nos sentimos tan acompañados como nos gustaría.

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Preferimos estar bien. No obstante, lo sencillo lo hacemos difícil. Nos complicamos una y otra vez la existencia que se marchita.

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Decidimos ir por una senda de apariencias que nos malogran ese amor que tanto nos podría dar.

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Quemamos parte de la memoria con golondrinas de amor que van y que vienen con frecuentes pugnas que nos devuelven a una emoción que no es sincera.

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Pedimos superar algún enfado con una destreza que nos proponga no quedarnos atrás. Somos lo que defendemos.

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No podemos entender lo que sucede en este plano de persecuciones sin fuste. Nos quedamos sin palabras.

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Hablamos en lo largo y en lo corto, y casi preferimos que se agote la semana para que nada parezca lo que no es.

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Prestamos demasiada poca atención a cuanto hacemos. Nos ofuscamos. No estamos en esa alerta que nos previene de calle.

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Hemos comprobado que es fácil ser en una nueva memoria sin tiempos. Nos quedamos un tanto atrás.

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Pensamos en devolver esos sentimientos que tan profusamente nos regalaron. Nos invitan a ser de verdad, y somos con recuerdos extraños.

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Nos influimos con recuerdos de lo que soñamos, que ni siquiera vivimos, y nos molestamos por quedarnos tan atrás.

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No tenemos memoria suficiente para tocar ese fondo que nos lleve a tomar impulso. Nos lastiman con sus increencias.

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Damos ese sí de las niñas que nos hacen acampar con simulaciones densas, estimadas, nada superficiales. Nos hacen regresar a otras etapas.

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Restauramos ese orden en el que nos quisimos de verdad. Negaremos cuanto somos entre buenos afanes.

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Hemos prevenido nuestros corazones, que ya amenazan derrotas en cuanto sucede lo que ahora advertimos.

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Alargamos la mano para estrechar lo que tanto queremos. A veces nos quedamos cortos. No vamos a vivir de teorías. No debemos.

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Nos frustramos en ese largo pasatiempo que nos confunde con elucubraciones de factura impagable.

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Nos desayunamos con empeños de índole mayor. Ya no vemos lo que antes fue importante, pero sigue estando ahí y con todo nuestro amor lo defenderemos.

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Avanzamos en esta noche que es más noche que nunca, en esta historia que nos provoca desazones y ansias de equilibrio y de paz.

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Me llamas para vernos, para querernos, para estimarnos entre dichas de tiempos mejores, que, sin duda, vendrán. Nos agotamos con tanto esfuerzo. Nos desgastamos.

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Volvemos a decirnos ese sí que sabe a ilusiones y gracias. Nos queremos mucho. Iremos a mofarnos de la verdad que nos sirvió de engaño. Seguimos dentro del círculo.

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Falla la memoria de las voluntades que oprimen con el transcurrir de un tiempo que ya no nos pertenece. Ganamos otra batalla sin ventaja manifiesta.

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Nos confundimos en el discurrir de otro camino que nos aficiona a ser nosotros mismos. Nos afirmamos en la larga espera.

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Hemos amarrado un afán y otro, y nos damos esa ocasión que podría ser, será, definitiva. Nos armamos de valor, de un poco más.

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Hablamos de nosotros, de poder estar, de asistir a la risa de otros tiempos que nos previenen de cuanto habrá de quedarse en el camino de atrás.

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Nos molestamos, y, seguramente, no tenemos motivos para ello. Nos hemos agarrado a un clavo ardiendo que, cumpliendo su función, nos ha quemado.

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Iremos a ver todo y a no ver nada. Nos confundiremos con la memoria de unas víctimas que no vamos a contabilizar. Ellas andan solas. El amor nos hace tan iguales como diferentes.

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Hemos preparado esa fiesta en la que seremos todo y nada. La vida nos ha honrado con una manifiesta apariencia de noches que no admitirán la derrota.

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Las vehemencias nos hacen calcular las posibilidades de un cambio que nos hará mejores. No nos detendremos.

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Hemos pasado de un criterio a otro, procurando alcanzar las cotas a las que tenemos derecho. No dedicaremos más tiempo del debido.

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Nos molestamos en ese fastidioso propósito de moderar las posturas, que son engañosas por cortas de miras.

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Nos hemos enseñado a ser mayores antes de tiempo, y ahora no alcanzamos a tener lo que habrá de ser camino de gloria. Estamos listos.

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Nos animamos en ese otro momento que es ese otro lado, que es ese otro destino, que es ese otro caminar, en ese otro inicio que procuraremos transformar en ese otro final.