jueves, 10 de julio de 2008
El agua y el árbol de la vida
Seré tus ojos, tus dedos, esas manos ingenuas con intenciones grandiosas. Te escucharé y también seré tus oídos, y viviré las intenciones de una amistad que nos juntará más y más. Seré en tus pensamientos, que se unirán a los míos, convergiendo las ideas y las actuaciones en común. Seremos dos personas en una: el conjuro está realizado. No temeré lo que venga, pues no estaremos solos. Tomaremos la miel de la Naturaleza, que nos mima como nos ama, que nos enamora cada día con simples hojas de limonero. Pediremos paso para la memoria, que se entregará sin sones ni banderas. Seré tu tacto y tu olfato, y devolveremos el camino con flores de todos los colores. Las rosas olerán a tulipanes, y éstos a jazmines, y los últimos a lirios, y todas las gamas se mezclarán para ofrecernos lo mejor de lo mejor, la espontaneidad, lo natural, lo que apetece sin demandar nada a cambio. Seré tu gusto y lameré todos tus encantos, que se fundirán con tus fluidos. Seremos el principio y el final, y el agua de la vida manará de nuestros corazones para dar lugar al árbol de una genealogía que no tendrá fin.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario