miércoles, 2 de julio de 2008
El baile del olvido
Estamos bailando, y no llegamos al lunes. Es una danza de muerte, apresurada, maldita, llena de escándalos, de locuras, sin meditaciones en torno a lo que aparecerá pronto. La química nos aniquila a marchas forzadas por nuestras propias decisiones. Nos sentimos en forma, y no lo estamos. No damos con nada que nos guste. Empezamos un viernes cualquiera y nos llenamos de pesar entre risas. Atisbamos unas consecuencias en forma de fragor de la batalla. Estamos en el lado del lago que ya inicia su llamada con Caronte. Bailamos de mil maneras con sultanes que nos impiden aterrizar en la tierra prometida. No valen las obligaciones, que quedan olvidadas en el desván de las muñecas rotas. Cortamos la sangre. Reclamamos ser vistos, y comenzamos a escribir la “crónica negra”. Relatamos unas defensas sin derechos. Las doctrinas nos plantean aspectos de convivencia que nos maltratan. Moderamos el control, y caemos. Las voces no son recogidas. Nos convertimos a unas religiones que nos vuelven más fanáticos. Suena la música. Estamos a minutos de la negación. La fórmula no funciona. Las fantasías nos sirven lo justo. Nos rasgamos las vestiduras, y correspondemos con violencia. Hay demasiada “pelea”. Las mansedumbres nos dejan millones de noches en vela. Nos queremos ir a otra parte, pero no hay ni billete, ni dinero, ni consuelo, ni lugar a donde marchar. Los tigres acechan en las horas nocturnas. Arrojamos la vitalidad y nos ensuciamos con un asco que exprime y que presiona. Buscamos las afinidades con construcciones que nos colaboran como pueden. Hemos decidido llevar este ritmo, este pulso y nos abocamos a unos cánticos que se convertirán en lúgubres. Pasan las horas, repetidas ellas, y nos apasionamos con trastornos mentales. Se suceden las heridas, las tragedias, las pasiones truncadas. Atravesamos un desierto y entramos en otro. Nos sentimos geniales, y no lo somos. Charlamos para alimentar unos protagonismos que nos vuelven “tarumbas”. Tenemos unos intereses que nos desarrollan hacia el lado contrario. Seguimos con la música que nos hace sentir una ruptura. Queremos subir alto, pero no es posible. Me hacen retornar al punto cero, y ahora vuelo bajo. Es como la tabula rasa, pero con el condicionante de que sabemos lo que va a suceder, lo que puede suceder. Nos hemos consentido unas individualidades que hablan de rápidas carreras. Estamos tú y yo, aunque parece que estamos solos. Nos “liamos” con días que nos confunden con mensajes que no llegan a los puntos adecuados. Nos volvemos para mirar, y nos quedamos como estatuas de sal. Escribimos unas facturas que nos bajan la moral. Los sistemas nos facilitan la salida. Costó mucho estar ahí, mas nos vamos confortados. No guardaremos este secreto. Ya no es nuestra época. Bailamos para olvidar.
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