lunes, 21 de julio de 2008
El lenguaje de las flores
Te mando flores: es mi manera de decirte lo que pienso, aunque suene a tópico. Mi timidez me lleva a callarme, a guardar un silencio atroz, a apartarme de tu vera, a entregarme a la paciencia, que me desgrana y me destruye. No es que disimule: es que no digo nada. No puedo, de verdad, aunque te amo con locura. Nunca pensé que sentiría tanto. Las pocas flores que puedo adquirir son tuyas, únicamente para ti. Te recuerdo desde ese primer instante indeleble en que me enamoré de ti. Ya estaba jugando con fuego en los albores de una relación imposible. No expreso lo correcto, lo que conviene, sino lo que siento dentro de mí. La prueba evidente es que no te lo indico directamente. Me callo: me falta valor para ser dentro de ti. Me voy por otro camino para no cruzarme contigo. Sé que lo nuestro no es factible, y lo asumo desde el perdón hacia mí mismo. Me quedan, a pesar de todo, serenamente, los instantes silentes, el amor, tu amor a lo absoluto, y esas flores, muchas, pocas, las que hay, que rememoran nuestro encuentro y que me recuerdan a ti.
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