miércoles, 2 de julio de 2008
Encerrados
Viene a mí últimamente una confusión de noticias que habla de la debilidad física humana. También se atropellan informaciones sobre la falta de “ética”, sobre su futilidad, sobre sus pasos en falso, sobre sus desganas, sobre su imposibilidad, sobre sus números rojos, sobre sus deudas sin pagar… Llegan cifras y datos que no me gustan. Tus objetivos son loables, pero no conducen donde deberían. El elemento extraño comienza a ganar demasiado terreno, y habrá que preguntarse el porqué, y, prioritariamente, a qué coste y si tendrá solución. Queremos demasiadas cosas al mismo tiempo, y hay que dejar más de una y más de dos. Me veo en una tela de araña que no me permite gozar de buenas sensaciones. La línea de actuación no suma esfuerzos para defender nuestros intereses. No mantenemos una representación unitaria. No cultivamos aquello que debería representar el 75 por ciento, o el 100 por 100, de nuestra motivación: lo espiritual, lo menos vano, lo ético, lo productivo desde el punto de vista humano. Analizo los problemas que tenemos, y trato de buscar soluciones con intensos encuentros de confianza. Podríamos progresar, pero, inexplicablemente, no es así. Llegamos a un mercado cainita que nos anima desde propósitos individuales y excluyentes. Los amores existen, pero establecemos barreras y cortamos el hilo directo. No nos formamos suficientemente como personas. Nos hemos preparado para evitar inconsistencias. Tenemos calidad y podemos; y así seguiremos. Nos entregamos a organizaciones que nos colocan vendas en los ojos. Nos politizamos con colaboraciones poco extrañas. La perspectiva nos integra en unas tabulaciones con clasificaciones que han de sumar un porcentaje mayor. La experiencia no es novedosa. Los planteamientos nos transfieren a las tecnologías que no atienden los intereses verdaderamente humanos. Nos dirigimos hacia análisis que nos forman exclusivamente en una mitad sin fines. Vemos, pero no comprobamos. Se producen sinergias importantes que nos transforman en ogros sin escrúpulos. No coordinamos las áreas más relevantes. Participamos como expertos en unos temas que nos ponen entre trato y trato. Lo orgánico nos quita el desarrollo, y no tenemos espacio para participar en los aspectos innovadores. Nos quedamos sin programas ni educación. Los internados nos esperan para reducir las explicaciones que habíamos interiorizado. Visitamos a presos inocentes que desbordan la justicia. Hablamos como especialistas que invitan de manera abierta para regresar al punto de inicio. No somos responsables de verdad. Ya no buscamos un lugar de celebración. Aprovechamos para conocer las excelencias que nos dotan de esfuerzos que no surten más que apatía. No apostamos fuertemente. Queda mucha información que nos agradece las resoluciones de manera anticipada. Las reducciones llegan a un límite tal que nos quedamos sin consumo. Es una pena. Han cerrado las celdas de la colmena: habrá que confiar en una liquidación rápida. Nos cogemos de la mano. No queda nada extra.
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