Sé cómo estás. Te devuelven la "cura" que tú repartiste a otros. No entiendes cierto grado de maldad, pero lo cierto es que no advertiste las consecuencias de tus actos, que ahora te atrofian tanto.
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Te levantas y me ves, y callas a la espera de una palabra mía. No la tendrás. La pelota está en tu tejado. Me asombras con tus desgracias consentidas.
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Me provocas con tus desaires que me invitan a un recuerdo que me entierra en vida. Acepto todo.
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