miércoles, 2 de julio de 2008

Huelo la despedida

Te soy sincero. El día en que no esté te echaré de menos a ti, y a ti, y a ti también, y a algunas personas más que me habéis dado tanto. Añoraré las jornadas en las que me disteis mucho más de lo que yo os pude devolver. Lo lamento mucho. No supe reconducir las historias desde una serie de flancos que ahora me hacen un tremendo daño. Tú sabes que te aprecio mucho a ti (sí, y a ti también, ¡cómo no!), pero las cosas han rodado de una guisa que nunca quise pensar. Nos tomamos a broma una serie de circunstancias que nos han controlado y que nos han distanciado bastante. Sé que pronto podríamos protagonizar la “despedida”. Lo siento, lo palpo, lo huelo, lo barrunto. Todo se va volviendo oscuro, y mantengo que la culpa es mía, solo mía, muy mía. Soy extraño en el proceder con los demás, y me suspendo entre dos precipicios de los que no podré salir. La amabilidad de las gentes cala, mas no siempre acierto a corresponderla. Eso me ha pasado contigo; y también contigo, amiga. El laberinto de las prisas que todo lo explican y que nada justifican me ha aburrido y me ha llenado de rutinas. Soy un ser solitario que disfruta muy mucho de su tiempo libre con sus pensamientos. Nos gusta ser así, y somos, y pensamos que somos, y seremos, y yo seré, ahora entiendo que sin ti, y sin ti, querida mía. El universo, con sus astros, está lleno de promesas. Unas se realizan y otras no. Yo sabía de la dificultad de esta coyuntura que puntea y que diezma. Nos tomamos como figurantes que aterrizan como pueden, y como podemos salimos hacia la nada que todo lo devora. No descansamos bien. Hemos dividido las actuaciones en compartimentos estancos, y nos dibujamos como penitentes que consumen buena parte de una energía que nos sobra, y que luego faltará. No sé cómo llegué hasta ti, o probablemente no quiero pensarlo. Lo que sí tengo como verdad es que me dolerá este alejamiento que está por suceder de manera inminente. Ha sido un derroche de amistad el que he hallado en ti, y en ti también, soñada amiga. Todo un caudal de agua fresca ha colmado mi espíritu, que se marchará fortalecido tras conocer a alguien muy especial, como eres tú, como es ella, como eres, como es. No consientes, ni consentirás, que la apatía se cierna como amenazante. Te has caracterizado por tu lucha a muerte para conseguir un poco más de fortuna, solo un poco más, lo necesario para dignificarte. Has obtenido el respeto de los que te conocen, que también te aman por tus entendimientos y por tus cercanías. Sí, buena amiga, te echaré de menos. Huelo la podredumbre de lo que muere, y lo que nos une está falleciendo. Posiblemente lo estaba antes de nacer, pero en la vida hay que intentarlo todo. No podemos sobrentender la existencia: si lo hiciéramos no la viviríamos. Te cuento lo que soy, como soy, casi ya como un epitafio. La verdad es que no hace falta: tú me has entendido como pocos y como pocas. Hace mucho tiempo que advertiste el final: fuiste prudente y callaste. Te repito, amiga, ahora que estoy en mitad de la despedida no anunciada, no gritada, no retratada, que te echaré de menos. Te lo digo a ti, y a ti también; y te lo expreso porque te siento como lo que eres, que ahora callo.

No hay comentarios: