viernes, 11 de julio de 2008
Irreconocibles
Soy yo, y tú eres tú, y no nos conocemos. Hemos estado mucho tiempo juntos, codo con codo, casi toda una vida; y entiendo que no ha servido para nada. Es una lástima. Destacamos emociones que ya no reconocemos, y nos liberamos de anhelos que prevén unos cambios que ya no se producirán. Es una vergüenza. Uno se pregunta si no ha perdido el tiempo. ¿Habrá sido así? En todo caso, el error fue mío, lo fue a la hora de valorar y de elegir. Nos miramos a la cara, y no tenemos nada que expresar, supongo que por miedo, por inseguridad, por comodidad, por egoísmo, por falta de cuidado o por pudor. Es la nuestra una insolencia que me preocupa. Ya veremos lo que sucede en el día de mañana, pero me barrunto que no será mucho mejor. Me miro al espejo y me veo: soy yo. Te observo en una foto conmigo: nos reflejamos mutuamente. Estamos los dos. Sin embargo, ahora nos miramos en el patio de un colegio anónimo, y no sabemos quiénes somos.
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