miércoles, 9 de julio de 2008
Lectura del corazón
Beso las yemas de tus dedos, y sus huecos, y las comisuras de tus labios, y tus ojos cerrados y chispeantes. Saboreo el regalo de tu dicha, que compartes con generosidad. Te prefiero así, sin cambios, como te presentas, natural, divertida, sonriente, presa de una conciencia en la que yo también quiero vivir. Eres una hechicera. Sigo todas las líneas de tu cuerpo, que conozco mejor que el mío. Te tomo de la mano, y soy entre sonrisas que parten lo que se extiende, lo que provoca, lo que tiene dimensiones que nos superan. Dejamos la huella y el sentido de un cariño que conservaremos por auténtico. Te veo con claridad, limpia, sin colores estridentes, en el punto perfecto para encerrarme en tus formas que son tan apetecibles como tus palabras. Me engancho a tus mejillas y no ceso de besar todos los puntos de una composición convertida en cuadro, en apariencia, en gesto y en paz. He tumbado la inexperiencia que ha acabado siendo el testigo de un amor que es diferencia y significación con versiones engendradas con vestigios preferenciales. Te leo el corazón y en él leo mis anhelos, que tanto y tan generosamente compartimos.
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