Los espacios en los que no vivimos

Simulo estar y ser y vivir y seguir y tener y romper y secuenciar y anular y vencer y perder y tratar de tocar el cielo por ti.

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Toco esas temperaturas que me suben la moral ilusionada. Nos convencemos de todo lo que podemos.

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Rompemos las temporadas con más riesgos. Nos acordamos de lo que somos. No estamos en forma.

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Te tengo como eres, como puedes, con impresiones que gustan de tomar esa última taza de té en abierto.

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Nos hemos convencido de que podemos de cualquier modo. Lo clásico traspasa algunas fronteras.

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Hemos dividido por dos las carencias de una propuesta de entendimientos medio racionalizados.

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Nos pasamos de listos con imposiciones de moralidad autóctona. No estamos para más torpezas. Sabemos de qué hablamos.

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Pasan los minutos en tardes de diferencias totales. No estudiamos las formas que nos excluyen de la felicidad.

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Nos pagamos por adelantado por cuestiones que nos superan. Nos encontramos bien. Hemos quedado más aburridos.

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Nos ponemos a vivir en la intransigencia mayúscula. No podemos aceptar algunos tipos de entierros.

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Nos agotamos. Hemos puesto el dedo en la llaga que es incursión con aspectos que se tambalean.

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Nos hemos dedicado a trabajar de cualquier manera. No estamos para vivir en soledad. Nos volvemos medio bobos.

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Las inflaciones de gustos eternos nos hacen rastrear por razones que no vemos. Nos disgustamos.

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Retiramos los impactos de sensaciones manifiestas. Nos rodeamos de nosotros mismos, de poderes sensacionales.

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No hemos sido capaces de entusiasmar a los que plantean enunciados no confirmados. Nos destacamos el juego que nos hace perder mucho.

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Reiteramos pensamientos que nos proponen seguir como si nada tuviera sentido, o como si lo tuviera todo.

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Nos hemos puesto a trabajar con la moral bien alta, con los usos y costumbres de quienes esperan volver a nadar.

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Hemos puesto el aburrimiento como exponente de lo mayor, de lo enrarecido como gusto por lo mejor.

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No podemos quedarnos atrás. Vamos hacia ese todo que nos mete el miedo en el cuerpo.

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Nos planteamos con detenimiento las vidas que nos aburren. Hemos tocado las grandes ilusiones con las que tanto soñamos.

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Nos colocamos entre simulaciones que nos impiden entender lo más llevadero. Nos damos una gran estructura.

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Hemos barajado unas audiencias con confirmaciones de recios intereses que titularemos para mejor.

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Nos damos ese beso que nos sirve para trazar el entusiasmo que se torna vacilación en el trance más esencial.

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Te recuerdo con mucho amor, el que trajiste cuando todo tenía un cierto sentido. Hablamos de estar.

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No hemos pasado de una estancia a otra cuando se ha presentado la etapa crucial para no dejar nada al azar.

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Nos premiamos con rastros de poderosas facturas que nos infunden el respeto por cuanto merece la pena.

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Nos han dado un aviso que fue destreza mayor en un reino de secuencias y de señoríos. No sé hacia dónde ir.

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Nos hemos puesto a tocar ese fondo que es formalismo con unos entusiasmos que mejorarán las ganas de vivir. Yo te digo lo que hay. No sé.

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Lo menor nos oculta la fuerza de aquellos buenos años en los que nos pusimos a trabajar con una franqueza eterna.

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Queremos ser esa imagen que merezca la pena. Nos hemos dado mucho, más. La genialidad oculta la certeza.

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Te veo como lo que eres, cuando eres y cuando no. Regresamos al espíritu de lo ocasional.

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Nos damos ese amor que hermosea con planteamientos fecundos. No estaremos en la parte trasera. Nos regalaremos ese lote en primera línea.

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Nos saludamos con regresos que comunican las fuerzas de unas superioridades de consumiciones eternas.

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Nos damos una responsabilidad que es fruto de una serie de eventos que nos dominan de muchos modos.

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No tenemos la razón. La vida nos ha tumbado en tantas ocasiones que hemos perdido coraje y deseos.

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Vivimos en la realidad más secuestrada. Nos ilustramos algunos trabajos de amores hermosos.

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Te diré cuál es la clave. Los funcionamientos extraños nos imprimen un carácter recomendado.

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Tenemos que firmar un deseo con una palabra de ilusiones ciertas. Nos quedamos con la moral bien alta.

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Te comunico quién soy, y cómo, y hasta el porqué de una vida que nos trata con ansias que nos ganan algunas partidas.

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Me pongo a resistir ahora que no tengo nada que ofrecer. Nos ocultamos de los peligros, pero eso no es vivir.

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Tenemos algunas posibilidades de ser nosotros mismos, pero el aire nos combate con una clara falta de oxígeno.

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Declaramos amores que nos sirven de engaños en los conciertos en los que no escuchamos música.

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Nos tumbamos en la nueva campaña que nos oculta el momento más cierto. No estamos en la unidad.

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Te he dicho lo que pienso, y me he motivado para darte las certezas de suficiencias trasvasadas por amores que viajan.

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Te sirves de lenguajes que son derrotas con unas fantasías más que creíbles. Nos damos algunas ocultaciones.

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Hemos pasado por unos lugares de apetencias impresionantes que nos infunden una salud en la que creímos del todo.

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Se cumplen los buenos años entre maravillas de superiores dichas. Hemos agarrado un nuevo encuentro.

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Te contaré quién soy ahora que soy y que puedo estar con la voluntad más diestra. Nos hablamos de amor.

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Te cuento por qué nos declaramos a la fuga sin detenernos a pensar en lo que sucede. Nos damos la vuelta.

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Nos concentramos para secuenciar lo que sucede. Ahora no hay nada de seguridad, nada que nos de las fuerzas suficientes.

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Anticipamos los arreglos con unas avaricias que rompen los sacos emocionados con unos discursos que están en pie.

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Te diré cómo ir en este nuevo momento que nos hace comprar el espacio de la apariencia. No establecemos unos cánones amorosos.

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Te recuerdo quiénes somos en unos momentos que nos traspasan el corazón. Nos tenemos en pie.

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Hemos conocido algunos proyectos que condicionan los espacios en los que ya no vivimos.