miércoles, 9 de julio de 2008

Me haces falta

No entiendo cómo ha pasado, pero ya, desde tiempo inmemorial quizá, me siento unido a ti; y creo que es un fenómeno repetido entre los amigos que nos rodean y que nos quieren de verdad. Me haces mucha falta: preciso tus ojos, esa mirada limpia como pocas, y también necesito tus manos, tu ayuda incondicional, que me da más seguridad de la que acierto a expresar. Me equivoco mucho: lo sabes y lo sé. No me jacto de ello, ni mucho menos. Lo único que deseo es que lo sepas. Me tienes a tu lado, aunque no siempre lo demuestre. Hemos bebido de la misma fuente, con las mismas ganas, con ardientes ansias de compartir y de ser desde la distancia que aplica e implica. Tengo tiempo para ti, y soy desde ese espacio que me hace tuyo completamente. No todo se puede decir, o bien porque no se debe, o porque no sabemos lo que pensamos, o por nada en especial. Me haces mucha falta. Por eso te suplico que no te vayas, que no enfermes, que no sufras, que te conserves intacta y fresca, como te he conocido hasta ahora. Hemos llegado a esta coyuntura como rápidamente, de manera rauda, sin que constatáramos ni medio aviso. La naturaleza ha desempeñado su papel, y ahora nos toca el nuestro. Dependo de ti: de ti dependemos. Nos haces falta, mucha falta.

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