miércoles, 9 de julio de 2008
Motor y antorcha
El espíritu precisa sus cuidados. No es malo que de vez en cuando nos demos cuenta de la Humanidad que nos rodea y de aquella que llevamos en el interior. La mejor fortuna es que tengamos sensatez para ello. Las sociedades automáticas ofrecen soluciones con tan solo apretar unos botones; y ello no siempre es así. Debemos decidir ser más francos, más honestos, más hermosos con nosotros mismos. Nos debemos brindar la propina del beneficio de la duda. Las consideraciones nos han de portar a un pozo de anhelos que podamos cumplir y disfrutar. Todo es posible, si lo ansiamos con convicción. La parte inmaterial que nos sostiene, que no vemos, pero que está ahí, nos ha de apoyar verdaderamente: no somos nada sin el "alma", sin el reino de las ilusiones, sin la cueva que nos conduce al País de Alicia. Estamos en el comienzo de una etapa, lo estamos en todo momento si ése es el propósito que llevamos interiorizado. Es cuestión de encender el motor y de alimentarlo para que no se apague. Esa antorcha nos iluminará más de lo que pensamos.
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