Sin dobles intenciones

Te digo que eres guapa, la más bella del mundo. Creo en ti. No te fallaré. Te pienso cada segundo.

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Parece que somos uno, y lo somos. No podemos esperar más para mostrar todo lo que sentimos.

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Me pongo a cabalgar con un número que me cansa. No soy capaz de sostener esos pies que andan descalzos. Me pongo allí, aquí, en todas partes.

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Nublas la vista de los demás, y la tuya queda como torpe en esta coyuntura medio loca que nos neutraliza a la menor ocasión.

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No llego a tocar lo que siento tras la inversión de propósitos en la que nos proyectamos de cualquier modo.

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Voy a verte, a sentirte, a ponerme en una cima que me hace ser más claro con los pronósticos que me invitan a aterrizar de cualquier modo.

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Te pongo en ese otro mundo que nos llena de previsiones con sus reservas imposibles. No te digo más.

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He mirado hasta decir que me vale lo que ocurre, aunque no siempre me llene como me gustaría. La vida es como es.

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Me envías con sobre y todo a un comienzo que recurre a pronósticos que me hacen moverme sin reserva de ningún tipo.

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Te he visto en otra sencilla escena en la que nada se termina de entender. Tomo la parte por el todo.

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Me maravillo ante lo que sucede en un mundo de complejas resoluciones que me distancian de lo que más quiero.

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No escuches quién soy, ni lo que digo, ni lo que pretendo en esta especie de locura que nos rodea.

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Me haces daño con esa ignorancia supina que nos embarga. No podemos mucho. Nos agrietamos.

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Pensamos que el sentido de las cosas ha de discurrir por maravillosas intenciones que quedan de algún modo atrás.

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Lamento que todo no sea como queremos. Pedimos. Somos reacios a contar historias que nos definan como marionetas en un desierto. Podemos asegurar otro destino. Eso es lo que pensamos.

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Malgastamos una herencia que nos pone a sentir tribulaciones que descalzan la mirada, aunque parezca que no.

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Te he sentido como parte de un destino que afina el camino con modales y entendimientos. Procuramos ser nosotros.

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Hemos embestido esa coyuntura que acabará de cualquier manera. Voy a decirte que sí. Ya no somos.

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Te he consentido más de la cuenta, y ahora no soy capaz de dar con las soluciones más autóctonas.

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Nos proponemos ser de otra guisa. Nos consentimos. Hemos susurrado algunas cuestiones que nos amparan con un sí.

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Vivimos ausencias que nos imponen la moralidad de una solución siempre consentida. No entiendo casi nada.

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Te diré lo que pienso en otro instante que se fugará por la parte delantera, a la luz del día, con la mirada puesta en otras sensaciones.

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Corriges las buenas formas con modales de alta resolución. Iré a solucionarlo casi todo. Ya no somos nosotros.

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Te he dicho quién soy. Ya no logro tocar esa red que antes fue salvadora. Nos igualamos con embestidas que nos hacen un poco infelices.

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Te he dirigido con la muestra más autóctona. Nos consentimos en demasiados trances que imponen sus reglas.

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Te he escuchado cuando nada tenía un sentido, y ahora no logro dar con tus intereses. Ya no te veo.

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Aguardo el camino y la mirada que antes fue protectora. No sé cómo explicarte lo que siento.

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Las respuestas no llegan en tiempo y forma. Me da miedo, mucho miedo. No sé qué decirte en este nuevo espacio.

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De alguna manera deberé decirte que no quiero saber nada de ti. Es lo mejor para los dos, aunque pensemos que no.

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Te has colado por esa fina separación que ahora nos distancia con impresiones y sin compromisos.

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Te miro y te recuerdo en un espacio que nos impone la salida al vacío. Te diré que sí ahora que nada es como pensamos.

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Me he puesto manos a la obra con una visión de la noria que nos asalta con dudas más que solubles.

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Te diré que vale porque, realmente, es así. No acepto que te quedes atrás. Las existencias se muestran muy complejas.

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Me doy un poco de miedo ahora que todo parece irse de una manera definitiva. Hemos implorado un milagro que nos descabalga.

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Te consultas a ti misma. No sabes si la réplica de tus sentimientos se convertirá en un huracán imparable.

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Acompañas tus ideas de un cierto decoro que hoy da pavor. Nos ocultamos tras una timidez que suplica una intención mayor.

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Te has dicho a ti misma que puedes, y así es. No estamos listos para cualquier tipo de pugna. Perderemos si no cesamos los dos en las hostilidades del querer.

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Me regalas la voluntad con una compañía que es consulta del mejor espacio. Hay dolor, pero también curación.

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Tropezamos con miles de intereses que nos ponen en un franco camino que nos amenaza sin equidades.

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Te diriges a un portal de misiones que no vamos a terminar en modo alguno. Pedimos y recibimos con apuestas un tanto oscuras.

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Busco palabras que consienten todo el espacio del mundo. No pensamos en el futuro. Nos libramos de un mal de ausencias, y nos quedamos con otro.

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Hemos aterrizado en un lugar de pensamientos rotos que vamos a recuperar como sea. No te dejaré ir, o, en todo caso, me iré contigo.

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Me has abrumado con tus pensamientos, que ahora sanan las heridas que fueron cicatrices con manchas.

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Te escudas en sabidurías que derrotaron mi mejor criterio, que ahora no sé cómo manifestar. Te sugiero cosas.

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He de ir a suspender cualquier actividad. Nos agotaremos en una pasión reinventada para esta oportunidad que no dejaremos escapar.

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Ya estamos bien. Hemos confundido algunos términos, pero, no obstante, hemos corregido la mirada y la pasión, que incrementaremos sin prisa.

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Nos agotamos en ese nuevo esfuerzo que previene de cualquier imposibilidad. Estoy a tono contigo. Me puedes: no me importa.

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Tiemblas ante el paso agotador de un invento casi definido por tus sonrisas desposeídas de intenciones dobles.

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Vertemos ese alimento embriagador que nos pondrá los puntos sobre las “íes”. Ya no salimos como antes.

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Te escondes tras de ti misma, y no ves, y no sigues, y no logras salir de ese enredo que ya no escucha, no como antes.