miércoles, 9 de julio de 2008

Un cesto de sueños

Te expreso mis intenciones, que son puras devociones. Hemos suspendido todas las “negatividades” para convertir nuestras vidas en Navidades. Desarrollamos una gran destreza, y para ello no tenemos pereza. Nos tomamos el mundo en serio, y así vemos que casi todo es bello. Nos preparamos para una buena bebida: destacamos que siempre hay salida. Hemos propuesto una sensación, que a todo supera en más de un millón. Nos invitamos a una eterna cena, que de fruta anda llena. Nos mofamos de lo absurdo, porque podemos meterlo bajo un felpudo. Hemos divisado el cariño verdadero: ante él nos quitamos el sombrero. Las profecías se están cumpliendo: nos brindamos de amores fuertes dividendos. Nos llamamos enamorados, y con sencillez y con profundidad lo estamos. Hemos insistido en volver a empezar, para que en la rutina no volvamos a caer más. Nos insertamos en un ciclo simpático, que se expande para bien como un elástico. Nos regalamos caricias y amor de verdad, y ninguno de los dos solo está. Te cuento mis anhelos, que tuyos son, que coges con pañuelos. Es el amor, que nos alista, que nos mima, que nos dice maravillas. El cesto de nuestros sueños es un primor: sí, señora, sí, señor.

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