martes, 22 de julio de 2008

Un rico paseo

No hay nada tan gratificante como un paseo por la mañana en un día festivo. La sensación de paz, de serenidad, de puesta a punto con las fuerzas universales, no tiene parangón con otro tipo de circunstancias o de perspectivas de lo que es la sencillez de la existencia. De vez en cuando conviene hacerlo, y así uno queda en un cierto equilibrio con el universo de las cosas pasajeras, entre las cuales estamos nosotros, algo que no siempre tenemos presente. Hoy he tenido la oportunidad de salir a la calle bien temprano, justo a esa hora a la que se pone la mesa de lo humano, y he aquí que te fijas más en lo poco que se cruza en tu camino, que adquiere así una gran significación. Ves a somnolientos que no se sabe si van o vienen, a gentes que, pese a la jornada de fiesta, trabajan, a prematuros que comienzan sus carreras, a familias que preparan su domingo en la playa, a personas que saborean ese primer café inenarrable, a virtuosos que se inclinan por la música, a nostálgicos que caminan en pos de un milagro, a unos que compran y a otros que venden... En fin, todo un crisol de experiencias se conglomeran para compartir, o sencillamente vivir, una jornada más, que, en este caso, tiene un saborcillo especial. Con sensaciones así, nos damos cuenta de lo poco que precisamos para ser felices. ¡Ha sido un rico paseo!

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