Una actitud prudente

Quisiera “escapar” para convencer, pero no lo voy a hacer. Toco una vez más la cuestión amorosa en ciernes, y me digo, porque lo sé, que es mejor no mover ficha. Nada sale como uno piensa, y hoy, amigos y amigas, me vais a permitir que peque de ser, de nuevo, un poco pesimista. Me voy a aliar con un entusiasmo que mantiene el “status quo”. Los triunfos son relativos, ante todo y sobre todo cuando hablamos del corazón, del espíritu, del pensamiento, de lo subjetivo, en definitiva. Llega otra hora de la verdad. Sin embargo, no la voy a aprovechar. Tendré juicio para no quemar un nuevo barco. Me veré tan solo envuelto en pensamientos, y, a la postre, no cruzaré el umbral de una puerta a la que no debo llamar. Espero no equivocarme. Creo que es la única manera de no sentirme defraudado, y de no defraudar. Abomino los errores anticipados, y éste, que es un reciente equívoco, me llega con todos los números antes de que acontezca. He aprendido en esta temporada. Suscitas muchas de mis intenciones. Quizá estoy en la obligación de comparecer a tu vera. No obstante, hoy, y mañana, y también pasado, voy a guardar silencio. Te has convertido en una fuente de inspiración, y así prefiero mantenerte. No quiero perder más de lo que ganaría. La jugada, por estudiada que esté, puede no salir como se pretende. No quiero caer en un terrorismo suicida desde el punto de vista moral. Me conformaré con los simulacros. Estoy muy encendido por culpa de esta nueva pasión en sus albores: me detendré. No atacaré a mi estima, ni a mi propio gusto. Estoy contento de esta guisa: mi piel se quedará con las ganas. Te integro en mi vida con una espléndida cautela. Con esta agitación me siento muy emocionado. No confundiré el amor con otras atracciones. Me moderaré con una medida no frustrante. Nuestro contacto intelectual nos salvará en la relación, que despejará mentes y cuerpos. Vences mi fatiga y el sueño. Te llevo muy dentro de mi alma. Con eso, que no es poco, me vale. ¡Ahí te conservaré, corazón!