jueves, 3 de julio de 2008

Vivir al segundo

Buscamos “derechos” y no encontramos el nuestro, que es el más sagrado: hay un anhelo que debe ser imperturbable, que se basa en el amor real, sincero y callado ante el soplar de los cuatro vientos. Me has conquistado desde la paradoja y lo insólito, y me has puesto a prueba como nadie. Te sigo la corriente. Nos asombramos en primera persona con unas dimensiones que nos conquistan. Estamos en los tiempos de los argumentos sonados, en los que tratamos de preservar nuestra intimidad, que abarca palabras llamadas “tabú”. No quiero pesos extraordinarios. La vida ha de ser suave, no calculada, presta a superar los márgenes innecesarios. Aglutinamos puras contradicciones. Nos falta a menudo coherencia. Lo cierto es que somos humanos, y tampoco debemos aspirar a cuestionamientos permanentes. Las existencias son lo que son, como son, y no hemos de sentirnos presas de nada ni de nadie. Las libertades de unos y de otros, de nosotros mismos, no han de supeditarse a sentidos inocuos. No aceptemos los lastres. Hemos de pronunciarnos con presencias que erradiquen los rincones negros del corazón. Podemos insistir en las apuestas, que han de indagar en los aspectos más nobles, que han de ser fotografiados en sus soportes básicos. Seremos algún día sustancias cotizadas, y, entretanto, nos acostumbraremos a unos denodados bríos que darán sus frutos. Hay que ser pacientes. Nos sentiremos honrados cuando las cosas vayan mejor, un tanto más iluminadas por el sesgo del contento visible. No nos vamos a someter a “pacatos” ignorantes que denuncian lo que luego es un acoso propiciado por ellos. No podemos estar en dos bandos de contrarios, en dos simulaciones, en unas “permanencias” que nos difuminan las barreras para que luego nos hagan caer aún más. Nos vemos listos, superadores de las gracias, importantes, constantes, insertados en unas películas que nos convierten en seres con pies de barro. No caemos, pero siempre estamos en un difícil equilibrio. La fragilidad es una realidad, mas no ha de ser una tendencia. Podemos responder a todas las agresiones con un tono de paz que amilane a los malignos. Digamos adiós a la soberbia y a la arrogancia. La convicción es que podemos y debemos estar en misión, siempre en alerta. El papel que podemos jugar es mucho, grande, genial, sensacional, superior. Los mínimos han de ser máximos, y así podemos estar “mil años”, prestos a una mudanza y a un apoyo que sirva de auténtico aval. Aprendemos en sociedad, y eso no es un tema baladí. La premisa es que vayamos un poco más lentos, que nos hagamos más visibles, que no pongamos precio a nuestras cabezas y que disfrutemos de los colores preferidos. Las cautelas están bien, pero siempre y cuando no nos encierren en aspectos puristas y poco genuinos. Nos sentaremos un rato con millones de ideas que compartiremos en el primer instante de nuestras vidas, que será enseguida, luego, mañana, pasado, esta semana, el próximo mes, en cada segundo que vivamos…

No hay comentarios: