jueves, 10 de julio de 2008

Ya no hay duda

Hemos intentado disimular durante un largo tiempo. Nadie puede decir que no lo hemos intentado. Las cuestiones grisáceas se han acercado con sus caracteres enigmáticos. Ahora estamos desbordados, como fuera de juego, caídos en desgracia, hartos de un vino que embriaga con convenciones y con comunicaciones que hastían. Nos tomamos un café que nos pueda liberar del mal, que nos haga disimular sin facturas equívocas. Nos hemos molestado injustamente y nos hemos agriado en la dilatada falta de armonía. No estábamos hechos el uno para el otro, pero fingimos que sí. Hemos perdido unos años cruciales en nuestras vidas. No hay disimulo, no hay confianza, no hay nada que podamos compartir. Nos vamos a dormir para no darle más vueltas a la desconsideración que nos porta a un taller de desgracias y de maldiciones. No podemos más, ni queremos intentarlo. Los avisos quedan lejos y morimos cada jueves entre destinos que comercian con las almas y con las ilusiones. Sabemos reconocer las energías, pero ya no las vemos en nosotros. El banco del amor ha cerrado y la hipoteca nos ha desbordado más allá de lo previsto. No descartamos una negociación, mas yo ya sé dónde nos lleva. Ha pasado lo que tenía que pasar: no nos queríamos, no nos admirábamos, no nos entregábamos, y ya no tengo dudas respecto a ello.

No hay comentarios: