Buscando sentimientos

Quiero y no puedo, y puedo y no quiero. Ése es el eje de un debate posiblemente estéril. Me llamo a consultas.

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Quedo con un blando deseo que pacifica los ánimos en los que estamos. Lo siento mucho.

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He visto quién eres, y, realmente, me ha gustado. Lo malo es que ahora te escondes. Me quiero cobijar en ti.

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Trastoco todos los elementos de una entelequia que nos pone barreras. Me quemo en una sustitución no posible.

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Me cuesta quedarme atrás, ser yo mismo, entender, suspender mis actos de infelicidad, y lloro por un sí que aclama los buenos anhelos de intentos periódicos.

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No te veo como al inicio de una relación que indisciplina todo cuanto tiene un cierto sentido. Me digo a mí mismo quién soy.

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He sido ese bastión que se ha conservado a ultranza tan solo para ti. Me gustaría que movieras ficha.

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Me arrastro hacia ese momento de honor real que dispone una paciencia querida. Nos llamamos locos, pero no importa: es por amor, todo por amor.

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Corremos en busca de ese momento estelar en el que fuimos buenos y quedamos un poco menos vacíos.

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Colmamos las expectativas con recuerdos musicales que nos alimentan el espíritu. Nos consentimos casi todo.

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Hemos aprendido a tolerar la voluntad con un deseo que podría alimentar todo cuanto es. Nos sentimos un poco menos solos.

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Nos complicamos un poco la vida con un rastro de poder hermoso. Nos hemos dicho que podría ser, y es.

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Hemos convencido a todos aquellos que ahora nos gustan de cualquier modo. Nos damos un poco de amistad, y, de momento, es suficiente.

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Nos envidiamos. Hemos acostumbrado el cuerpo al poder, y ahí estamos para lo que haga falta.

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Eres la mejor novedad en este exilio en el que recordamos todo lo que ocurrió. Los eventos suponen una clave de pura verdad.

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Todo empieza y todo acaba tal y como sucede. Declaramos un vacío pequeño, demoledor, entendible.

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Me llega el permiso de una sensación que no tiene por qué colocarse donde nada es lo que parece.

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Hablamos de declaraciones que nos ponen en ese brete del que aprendemos en soledad y en compañía. Nos gustamos.

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Nos hemos aplicado una norma que traspasa las mejores historias de un amor que nos hermosea el sentimiento.

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Implicamos los elementos que nos gustan con el paso de otro tiempo. Hemos desplegado nuestras mejores capacidades. Veremos lo que ocurre.

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No hablamos de ser, de entender, de poder. Nos volvemos como si el ánimo tuviera que dirigirlo todo. Puede que sea así.

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Aguantamos con un estoicismo que nos hace daño. Merecemos entendernos con flores y perfumes de rosas.

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Nos hemos apaciguado con el transcurrir de algunas etapas en las que hemos aprendido a ser un poco más estables. Nos damos un poco de emociones.

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Nos aplicamos un ungüento de cuento, de escenario ideal, de postín. No estamos preparados para lo que ha de ocurrir. Sentimos que todo pase de este modo.

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No puedo mejorar. Nos hemos puesto a arreglar el mundo con una emotividad que nos consulta con resoluciones imposibles.

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Nos damos ese plácet que nos propone el “summum” con una voluntad más que extrema. Nos sentimos realizados con la confección de un aire realizable desde el litoral de unos planteamientos que nos socorren.

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No podemos decir todo. Nos consultamos desde la experiencia que nos traslada a un punto probablemente crucial.

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Hemos adivinado todo cuanto tiene un poco de sentido, y ahora toca sacarnos partido en cuestiones de amores hermosos.

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Regresamos con el ánimo de restaurar la visita a unos corazones que quedaron trastornados. Nos recuperaremos.

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Hemos adivinado quiénes somos a fuerza de imponer unos criterios que circulan con lo importante y que nos distraen por un sí de autonomía relativa. Nos indisponemos.

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Regresamos a esa utopía que podría ser un poco ñoña, pero que tiene un estímulo como base que nos da altura de miras.

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Restauro todo lo que tiene un gusto de conquista infinita, y me propongo un deseo que podría pacificar todo lo que llevo en mi interior.

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Eres ese espíritu que he de conservar a cualquier coste. Nos asomamos a ese exterior que divide y vence. Nos veremos.

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La vida destroza unos ánimos que implican y divierten. Nos damos un aviso que es llamada de atención y de socorro.

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Nos embarcamos en unos intereses de penurias calladas. No podemos divertirnos todo el rato.

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Nos hemos puesto a declarar intenciones probables con unas experiencias de amores brillantes. Quedo en ti.

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Me has puesto en ese lugar que traspasa los buenos deseos con una voluntad que invita a pacificar algunas compañías.

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Nos damos unos sabores agradables que nos buscan con recursos y experiencias. No podemos verlo todo.

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Me has dado ese recuerdo que distribuyo en ese pasaje de una verdad tremenda. Nos ponemos a buscar todo lo que sentimos.

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No damos créditos, ni muchos ni pocos, a unos ojos que ya no ven. Nos ponemos a recibir en ese campo de batalla que restriega los propósitos para airearlos bien.

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No podemos recordarlo todo. Hoy sabemos que es así. Nos hemos divertido hasta cierto punto.