martes, 8 de julio de 2008
El efecto invernadero
Eres un invernadero, una estructura cerrada, cubierta por materiales transparentes. Ofreces unas condiciones artificiales de microclima, y por ello cultivas amores más allá de cualquier estación habitual y en condiciones supuestamente óptimas. Posees una estructura cubierta con materiales translúcidos o transparentes, que permiten tanto el crecimiento óptimo de las querencias fugaces, como el acceso de otras personas que distorsionan los cultivos verdaderos, que deberías propiciar. Andas un poco equivocada. Tus “arquitecturas” son cerradas para controlar las temperaturas, pero lo cierto es que te falta ventilación. Tus formas varían. Tratas de amoldarte, de integrarte en los contextos, y viertes ideas de todo género y condición. Incrementas o desciendes las medidas para ser tú misma entre los demás, y ni llegas a los otros ni eres tú misma. Es complejo todo, más cuando hablamos de relaciones humanas, pero lo cierto es que no lo ves, que no lo vemos. Es muy importante hacer una buena selección para reducir los riesgos de las inversiones amorosas: no solamente hay que fijarse en los materiales, sino también en toda la plantación celestial y societaria. Para escoger y para poder tener opciones es necesario tener en cuenta la situación geográfica, las temperaturas máximas, mínimas y medias, el régimen de vientos, la humedad relativa, el ciclo de lluvias, la radiación solar, las especies con las que se va a sembrar… Estos son tus cálculos fríos y a mí me causan temor. No entiendo como alguien puede actuar así. Puede que yo sea el equivocado, pero, al menos de momento, es cuestión de imaginar. Es lo que realizo. Hay radiaciones, hay pérdidas, hay antojos, hay, quizá, algunos desequilibrios. Nos embobamos con las cifras, con los “baremos”, con las cuentas de resultados, con los eventuales beneficios. El agua fresca se pierde por demasiados costados, y el coste es alto, a menudo impagable. Los enfrentamientos nos conducen hacia resortes que nos proponen una vuelta a empezar, que probablemente sale más barato. El tiempo dirá. Mi único deseo es tu felicidad, pero no sé si será posible de esta guisa. ¡Que tengas mucha suerte, amor!
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