Sugerimos estadísticas
de zapateos que nos invitan
a mirarnos con pasión.
Toca, toca, y llegamos.
Pedimos un poco
de buen humor,
que acompañamos
con la mejor bebida,
nuestra amistad.
Suena, suena,
y nos tranquilizamos.
Volcamos el elixir
de la pasión en la entrega
en forma de sones
que compartimos
con melodías y ritmos
de ancestros que nos compelen
al cariño con su duende.
Nos rozamos con fuerza,
y experimentamos el gozo
de la prudencia comprometida
en cuanto haga falta.
Nos tenemos con un eterno sí.
Gracias a Dios
disponemos de todo
lo que un una persona necesita:
amor, salud, amigos
y ganas de trabajar
en comunión espiritual.
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