miércoles, 2 de julio de 2008

En dirección contraria

En este mundo de bellezas “siniguales”, de pensamientos únicos, de sensaciones de frescor si tienes un buen coche en la puerta, un mejor piso y una excepcional cuenta bancaria, creo que conviene hacer un alto en el camino y reparar un poco si merece la pena. Antes había menos, pero también se precisaba menos. Hace unos años no era difícil conseguir, tener y conservar los amigos en las ciudades. Creo que nos estamos alocando demasiado con eso de las prisas para llegar al mismo sitio de siempre, con los atascos en los mismos lugares, con el desconocimiento de las gentes que nos rodean durante muchas horas al día, durante muchos días en el año. Entiendo la satisfacción de llegar el primero, pero no que el "éxito" lo obtengamos a cualquier precio. Puede que tengamos más, pero somos menos, y ahí están las cifras de demencias, de frustraciones, de patologías psicológicas… Las publicidades y los modelos de vida que se venden, que nos venden, que compramos, priman la individualidad frente al colectivo, que, con toda seguridad, tiene más valor. El fracaso se genera porque volvemos a la lucha solitaria de la selva. Lo peor es que sabemos que ése no es el camino: nos faltan agallas para dar un giro al timón y marchar en dirección contraria. En fin…

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