jueves, 3 de julio de 2008
Entre dos aguas, entre cuatro vientos
Te has decidido al fin, y me lo has dicho. Hablas de distancia, de silencios, de malos gestos, de ausencia de respuestas, de alejamiento… El tiempo va pasando, y el coste se va pagando. No es como antes. Hemos forzado la relación desde muchos ángulos, y ya no nos conocemos. Hemos perdido la confianza. Nos hemos zaherido, o quizá nos hemos dejado romper en miles de pedazos que nos pasan su amarga y dura factura. Sufro en silencio y de manera considerable. No quiero tener más “quebraderos de cabeza”, y por eso empiezo a marcar un “hilo” que cada vez se observa más. Ya no voy a disimular. Estoy en un tono que no me agrada. Observo una imagen que tuerce la medida, y en adelante no me reúno contigo con la complicidad de antaño. Hemos diseñado una “red” que nos turba y que nos separa. Comenzamos a padecerla enteramente. Llamas a mi puerta, y yo abro, pero no te reconozco, y lo palpas. Entiendes mi postura, aunque no lo confieses. Noto que no te puedes volver atrás: las cosas son como son, y no espero que mudes tu actitud. Todo tiene un límite, y tú hace unas semanas que comenzaste a superarlo. Como no hablo de amor, sé que no podremos volver al mismo estadio del pasado. Habíamos consolidado un edificio que ahora es derruido apresuradamente. Nos hemos negado pensando que los aspectos superficiales y absurdamente materiales tienen un mayor o un mejor sentido. Ya estamos hartos de tanta aspereza que nos quiebra el ánimo. Asentimos con la cabeza porque no queremos más polémica, no queremos hacernos daño. Nos hemos enganchado a una rueda que admite diferencias pero que no las arregla. Los capítulos nos han conducido hasta un final que cierra las puertas de lo que fue un cielo transitorio para apostar por una maldición que nos dice adiós con líneas paralelas que no volverán a juntarse. La coyuntura ha cambiado: la tempestad nos ha arrojado a las profundidades, y, cuando salimos, nos vemos entre dos mares, entre vientos imposibles de parar. Estamos indefensos, y me da pena. Veo que a ti también. Todavía estamos a tiempo, aunque va a ser que no.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario