jueves, 3 de julio de 2008

¡Inventemos y espantemos!

Eres la narración de una promesa que nunca se hará realidad. La fatalidad y la falta de compromiso lo devoran todo en ti, que recorres el espacio con intenciones fatídicas. Suena la guitarra. Me espera una mala noche, y otra, y otra. El mundo se muestra frío, con una verdad clandestina, con una toma de conciencia que nos derrumba. El cariño de la cotidianeidad se ha extinguido. Hay explotación, humillación, injusticia, degradación, un grito occipital que nos hace destruir las sienes que nos podrían salvar con sus intereses compartidos, con sus dones, con sus amables pláticas. Deberíamos recorrer un espacio enorme que nos vendiera unos negocios no ignorados. Me gustaría que pudiéramos sobrevivir a la “violencia” con decisiones de madurez. Podemos florecer entre rastros de poder. Me gustas por la mañana, y sé que no te tendré. Te consiento, y me superas. Me quedo a este lado de la frontera de la ingenuidad. No extorsionan, y nos dejamos. “El mundo es como es”, nos decimos amargamente. No cuidamos los bosques, donde los mismos de antaño hacen sus cacerías. El horror del cautiverio nos pasa factura. Colaboramos desde la ignorancia. Nos humillamos. Significamos desde el engaño que nos traspasa el alma. Nos repugnan la idiotez, la falta de conciencia, la estupidez, las jerarquías que todo lo complican. Las sensaciones de pureza nos imprimen un carácter que muere dos veces. Convivimos con metáforas y con desgracias que no se superan desde la dignidad y desde la nobleza. La suerte ufana nos llena de testimonios con dudas morales. El panel de puntuación no se mueve. Hemos mirado sin “acercarnos” y sin entender lo que sucede. Las diversiones de los ogros nos llenan de desvergüenzas. Entramos en guerras y nos volvemos miopes y mezquinos. Hemos construido sólidas murallas para protegernos que luego nos han acabado encerrando. Nos tiran con su deshonra. Lo que contemplamos es inquietante y vomitivo. Nos apabullan con sus cristales comprometidos desde complejas situaciones que habitan en el olvido interior. Presagiamos unos panoramas que no son los mejores. Promovemos servicios que nos vuelven serviles. Los campeonatos nos asaltan con sus herramientas de soledad. Nos manejamos y nos manipulamos. Hemos descubierto el círculo demasiado tarde. Morimos de pena. Nos declaramos culpables en esta vida que nos traiciona. Fenecemos de desgana y con solturas que nos proponen abortos de ideas sin las cuales no viviremos con tranquilidad. Los medios para alcanzar la dicha son escasos. Trastocamos el gusto, que acaba secuestrado y en paradero desconocido. Nos inscribimos como aprendices en una escuela de amarguras. Protagonizo un llanto por la misericordia. Te veo como un caramelo en esta mañana primera, pero el veneno domina el humo de una chimenea humeante que nos cansa con preguntas inevitables. Nos hemos prostituido cambiando el nombre de las cosas. Somos “nadie” entre carreras de libertad que asolan y que nos cuestan la vida. No podemos entregar más que una “existencia”, y así lo declaro. Tengo la respuesta: eres asunto mío, tanto como yo tuyo. Me entretienes un rato y me alivias ante tanta sordidez. Salta una chispa fatal. Intentemos espantar lo duro. Hay mucho que inventar.

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