martes, 1 de julio de 2008
Hemos vuelto a nacer
No recomiendo el amor a primera vista, aunque lo practique, pero en esta ocasión lo voy a hacer. Tengo entre mis pensamientos la justificación “celestial”. Callaré el nombre: quizá así tenga un mayor valor, un valor universal, además de preservar lo que considero un tesoro. Cuando los astros son propicios y nos hallamos rebosantes de energía y de vitalidad supongo que viene la buena noticia, el gran logro, la conquista sideral. El estrés se alivia, y todo parece tener un sentido, porque lo tiene. Tampoco quiero ir gritando mis experiencias alucinantes, puesto que todos las tenemos. La suerte nos sonríe en algún instante: es cuestión de saberla interpretar. Pido comprensión y no envidia. La seguridad en uno mismo es vital, aunque no siempre depende del afectado. El contagio y el fortalecimiento han de venir de fuera necesariamente, o, al menos, yo lo veo así. Cuando uno tiene constancia, aparecen las oportunidades en todos los niveles, incluido el sentimental. Ante los excesos debemos concentrarnos más. No dejemos que el terreno amoroso se quede estancado. La actitud es más importante que la aptitud. La dependencia del cariño es hasta recomendable, aunque en ocasiones paguemos una sangrante y salada factura. No debemos caer en posturas derrotistas: los dolores de cabeza se pueden mitigar y hasta hacer desaparecer. El romanticismo, a Dios gracias, puede llegar hasta las nubes. Podemos tapar muchos agujeros con una magnífica relación. El sentido común es un acicate y una garantía de triunfo cuando hablamos de amor sincero. Esa señora que me motiva se ha convertido en un engranaje imprescindible que me reporta beneficios no materiales. Mi salud física y mental se ha visto reforzada por su conversación y por sus llamaradas. Lo que busco de ella de una manera inconsciente queda reflejado en cualquier mirada. El mundo está abierto y presto para ser respirado. Asiento ante tanta emoción y giro para no contemplar tanta felicidad. Ya no advierto pasos estériles o vanos. Actúo con imaginación y con buen gusto. Estamos navegando y compartiendo el trazado con millones de evocaciones. Me aparto de las modas estéticas basadas en el hedonismo. Nos ajustamos y nos dejamos “fantasear”. Nos hemos magnetizado, y nada nos desunirá. Hemos vuelto a nacer al deseo, así, paseando, entre brillos imperceptibles. Pienso, sedimento y sonrío.
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