La clave de la dicha

Colocamos las redes de otro destino. Nos gustamos. Hemos amado tanto que ahora nos cuesta no hacerlo.

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Nos prevenimos y nos provocamos con un entusiasmo que traspasa fronteras. Nos ubicamos bien.

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Superamos los envites del corazón, que apenas se detiene en esta nueva meta que nos coloca donde más queremos.

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Presumimos de aspectos nobles que nos hacen seguir como si tal cosa. Nos garantizamos muchos deseos.

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Presentimos una razón que nos dirá que la voluntad ha de ser todo. Nos damos un apoyo que no admite cambios.

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Prestamos esa última moneda que nos salva precisamente por ser dejada. Nos postulamos como buenos amigos. Lo somos. Lo seremos.

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Hemos visto que las técnicas funcionan cuando los bagajes nos distraen de cualquier modo. Miramos, y hoy sí vemos.

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Nos planteamos volver hacia esa sensación que nos distrae con vehementes desdichas. Seguimos esa tonalidad de penitencias con castigos que se llaman soledad.

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Nos cubrimos de una gloria que nos deja en una propuesta. Nos cae la lluvia que nos moja sin que lo sepamos. No perderemos la ilusión.

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Repetimos esas noticias de la mañana en las que nos damos la bienvenida sin observar importancias.

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Hemos cogido lo mejor de nuestras vidas y, sin nada, hemos marchado a reflejar los mejores cambios. Nos sentimos juntos, preparados, y en plena disposición para los flamantes deseos.

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Viene ese viento que nos aconseja hacia dónde ir. Nos ponemos en una tesitura que nos entrampa. Nos hemos puesto a trabajar.

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Las consultas nos llevan de mano en mano, de vez en vez, de peticiones en peticiones. Nos enclaustramos en una especie de felicidad. No estamos.

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Pedimos un poco de seguridad para no olvidar quiénes somos. La afluencia nos deja ir con un reflejo un poco estéril.

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Hemos visto todo y nada con una práctica de sensaciones estelares. Nos hemos puesto manos a la obra. La vida es un poco más. Arriesgaremos.

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Nos comunicamos una continuación con vehículos densos. Nos electrizamos con miradas de pura complicidad.

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Vamos y venimos por sendas que nos ponen en ese lugar de peticiones claras. No nos dejamos asustar por los peligros de amores no correspondidos.

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Tomamos la decisión de ponernos una medalla que asume y asusta. Nos designamos como portavoces de nuestras propias decisiones, que defenderemos a capa y espada.

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Nos entendemos de muchas maneras. Las dudas aparecen programadas en un momento de decisiones sin intereses. Nos recorren muchos impulsos.

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Nos tratamos en mitad de un orden que nos acusa de tomar el todo por una parte. Iremos a no vernos. Hay una carencia de base.

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Tomamos esa copa de amor que hemos de vivir en una pura comunión de objetivos y criterios. No hay abandono.

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El problema más importante se cura si hay un claro deseo de sentir lo que es, lo que nos merece la pena.

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Hemos adivinado los pasos para obtener ese aliciente que nos haga vivir desde la experiencia y fuera de las rutinas.

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Voy a contarte todo lo que soy. Los cuerpos se cruzan con ambigüedades de tensas emociones. No estaremos tan bien como deseamos.

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Te cuento qué soy, quién soy. Recorro todo tu cuerpo con el color de mis ansias, que compartimos de un modo u otro.

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Vencemos las memorias con una visión completa de lo que deseamos en común. No podemos en un nuevo núcleo que nos traspasa con una tolerancia infinita. Nos podemos desarrollar.

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Vemos el anhelo de un equilibrio bien conseguido. Nos dedicamos a invertir en un sí de vacíos aclarados.

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Vamos a reducir el entorno con millones de compromisos. Nos planteamos algún tipo de abandono.

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Hemos aglutinado una serie de fuerzas con días y fracasos. Nos ponemos a seguir con una presidencia vacua. Nos aleccionamos.

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Vamos por ese todo que es parte y presunción con una insana diferencia. Nos hemos puesto a bregar sin atender a cuestiones personales, sino colectivas.

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Nos apropiamos de sensaciones que no hemos sido capaces de sacar de nuestro interior. Podemos continuar sin denuedo.

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Nos imponemos el fracaso como única actividad moral. Tenemos confianza suficiente para no fracasar. Negaremos la culpa.

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Nos hemos puesto a vivir entre enfrentamientos más que queridos. Nos damos el suficiente nivel para abrillantar las derrotas que otros nos regalan.

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Pasan las horas. Crecemos con derechos que hemos de ser capaces de compartir. Giramos y bailamos en la distancia.

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No subimos a ningún carro. Podemos asumir cuestiones de marchas sempiternas que nos quieren despiertos.

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Te considero un apoyo crucial de predicamento variado. Nos destinamos a un punto de heridas y amnesias. No tememos volver a empezar, si ésa es la clave para la dicha.